Barcas y piratas en Fourni

Post publicado en nuestro blog Navegando por Grecia.

Un día llegamos a Fourni, un día con su noche; noche de luna nueva. Las barcas iban y venían;  había que estar atento para sortearlas. ¡Qué actividad!

Hay islas que te llegan enseguida, las ves y una chispa te recorre el intelecto. Esta es Fourni. El porqué, el cual, o de qué, habría que buscarlo en el subconsciente de cada uno. El mío está en sus barcas. Creo a pies juntillas, que en este país, en el que es difícil que el salitre no empañe las ventanas , la vida no es igual si no hay una barca. En Fourni las hay a montones, y ¡Qué barcas!

Hay barcas de acuarela, barcas gemelas, barcas con defensas de cabo trenzado, o con neumáticos pintados las  más modestas, con delfines en su amuras, con aros salvavidas a juego con sus regalas, con visillos puntilleros dibujando anclas y peces entre sus nudos, con rezones de colores, con alfombras elegantes; barcas mimadas por sus armadores hasta el dislate. Barcas griegas.
Es difícil encontrar un sitio en el muelle, por no decir imposible, si quieres tener un respeto por las Señoras Barcas. Ninguna concesión al yate de recreo, por el que en otras islas se esfuerzan para que amarre. Aquí, primero están las barcas, barcos, barquitas, barcazas, barculas. Bailando una danza sin compás cada vez que alguien sale o retorna, en este tráfico intenso que se parece al del puerto de Hamburgo. Me gusta Furni; sin remedio.
Este puerto contracorriente se llama Φούρνοι Κορσεών. Los hornos de los corsarios. Y de ahí le debe venir la sangre rebelde; de los piratas. No es solo una isla, si no todo un archipiélago, con Fourni y Címena cómo importantes y habitadas, que dibujan el perfil de un bogavante, y una decena de islotes que cierran las bahías, un poco más si cabe. No existe viento peligroso para Fourni, siempre hay un abrigo donde refugiarse. Excelente como escondite.
No es difícil imaginar a unos hermosos Jabeques; tan coloridos como las actuales barcas; camuflarse entre sus cabos, repartirse sus botines y descansar de sus rafias. Eran rápidos y maniobrables los Jabeques, capaces de remontar el viento a vela; sus elegantes diseños mejorados del Dromón bizantino; Grecia siempre inventando y los demás copiando; ideales para las incursiones corsarias.
– ¿Y por qué lo de hornos?- Le pregunté al dueño de una taberna.
– Porque todas las casa tenían hornos.- Me dijo muy convencido.- Me sonó poco creíble; me parece más bien que lo de “horno de corsarios” debe tener algún significado parecido a “nido de piratas”, no al hecho en sí de tener hornos.
Pero… llegó el calamar que habíamos pedido; el atrapado sin luz de luna, capturado en las barcas coloridas, las barcas que vienen y van, las barcas que bailan en el puerto. Dejamos de preguntar. El comisario Montalbano hubiera considerado una vulgaridad irritante hablar mientras se comía unos salmonetes. Por este calamar…habría sacado el revolver.

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