Post publicado en nuestro blog Navegando por Grecia.
En la encrucijada donde se detuvo la antigua maga
Quemando los vientos con tomillo seco
Las esbeltas sombras pasaron levemente
Con un cántaro de agua silenciosa en la mano
Con toda facilidad como si entraran al paraíso
Y de la oración de los grillos que cubrió de espuma los campos
Asomaron las bellas de piel lunar
Para danzar en la era de la medianoche…
Odysseas Elytis (Melancolia del Egeo)
Por fin las Cícladas. Las echaba tanto de menos.
Hay un sentir general de que los paisajes verdes y arbolados son bellos, los yermos y estériles no.
¿Y el desierto? ¿El polo norte? Tendríais que ver las Cícladas – Respondo siempre.
Habría que ser muy poco sensible para no apreciar le belleza de estas piedras peladas que toman los colores siguiendo las estaciones. En invierno son grises, como el acero; en primavera se salpican de matas verdes y aliagas amarillas; a finales de verano, agostadas, toman un color marrón; de un marrón profundo, serio y trascendente; tan trascendente que las plantas y animales se mimetizan con él para no llamar nuestra atención. ¿Donde están esas ovejas que balan? No las distingo. ¿Las gallinas de esta isla son todas pardas?
Las casas y ermitas, blancas y singulares para que nadie se pierda por los caminos.
Allí. ¿Ves esa casa?
Claro que la veo. ¿Quien no?
Así estaba yo, disfrutando el escenario, cuando apareció un señor con un burro caminando por la playa. La estampa era de lo mas tradicional, sobre todo porque el pollino, muy pinturero, llevaba a cuestas bidones de colores, que sobre el tan serio marrón, resultaban muy vistosos.
Ay que rabia. ¿Y la cámara? La barca no tiene el fueraborda puesto, estoy muy lejos, no tengo teleobjetivo. Da igual. ¡Disparo!
Y el resultado fue este:
El burro no se ve en la foto, solo se aprecian sus bidones ¿Era un burro transparente? ¿Era un vampiro? No, era marrón.
Me pregunto¿Qué harán si se escapa por los montes? Nunca lo encontraran.
También hay playas tostadas, mostazas, blancas.
Más colores. El azul.
Decía Durrell, en La Celda de Próspero, que “En algún sitio entre Calabria y Corfú comienza realmente el azul”. Podemos discrepar, porque azules hay muchos. ¿Qué me dices de las dunas de Tunez? ¿Y Menorca tras una tramontana? ¿Córcega con mistral? Pero lo que si es cierto es que entre estas islas ciclónicas; en el remolino que crean; hay un manantial de azules que mana constantemente. Corrientes submarinas lo deben transportar a otros rincones haciendo posible verlo en otras partes del Mediterráneo también. El azul de Grecia.