Cuando amarramos un barco de punta a un muelle, sea con muerto o ancla, debieramos siempre comprobar su situación final respecto al mismo. A este respecto, suelo hacerme siempre la misma pregunta: ¿Qué sucedería si el viento soplase con fuerza contra el muelle?
En todo caso todos sabemos lo que no queremos que suceda: que el barco llegue a golpear con él. Para evitarlo os dejo aquí una serie de consejos:
- Si hemos hecho nuestra maniobra con ancla, una eslora y media antes de llegar al muelle no filar más cadena y seguir dando atrás hasta comprobar que el ancla ha agarrado y que no estamos garreando. De no ser así y sin dudarlo hay que repetir la maniobra: ¡no tiene sentido continuar hasta el muelle!
- Dejar el barco, una vez amarrado, a la mayor distancia de tierra posible y con una o dos buenas defensas en popa. Tener una pasarela larga ayudará al respecto.
- Con el barco ya en su sitio y amarrado, si damos atrás la popa del barco no debiera nunca tocar el muelle. Si lo hace, hay quedar más tensión al cabo del muerto o cobrar de la cadena de fondeo.Si seguis estos simples consejos, podréis dormir tranquilos esas noches en las que las cosas se complican y otros barcos tienen problemas alrededor.