El ser humano tiene una extraña obsesión por llenar los espacios vacios.
– ¡Aquí me haría yo una casa!
Y aquí es una costa virgen, un río limpio, un bosque inexpugnable…y con este deseo vamos talando arboles, asfaltando caminos y llenando el mundo de cemento. Tal vez para poder gozar del mar de esta absurda manera:
Meganísi es una isla. Los primeros en descubrirla fueron los veleros, hace ya mucho tiempo. Su costa recortada, con esos fiordos profundos, su situación en un mar interior, protegido por el continente y las islas de Lefkada y de Kálamos, la convierten en un lugar, para los navegantes, cercano al de Adán y Eva antes de pecar.
Estos veleros, los primeros, disfrutamos mucho amarrando a sus olivos y dejando pasar el tiempo, de la misma manera que las hojas de un libro, de muchos; de todos los libros que fuéramos capaces de leer en nuestro retiro. El mayor estrés: los paseos hasta el pueblo, entre rebaños de ovejas, para ir a la taberna, para hacer la compra o por el simple placer de pasear.
Algún viajero intrépido, excéntrico, nos cruzábamos por los caminos. Viajero que hallabamos más tarde en cualquier balcón, de cualquier casa donde alquilaran habitaciones. Cuantos tomos releídos de “En busca de tiempo perdido». Que buen sitio para encontrarlo.
Y lo mejor…el invierno. Orión aparecía en el cielo, con su fiel perro, y los veleros desaparecían en el mar, con sus tripulantes, los viajeros con sus libros. Y la isla se quedaba sola esperando la lluvia reparadora.
Uno de mis pueblos preferidos era Spartahori, en lo alto de la montaña, con unas vistas soberbias sobre todo el mar interior y sobre el puertecito de abajo, Porto Spilia, con una taberna en la orilla que freía los mejores calamares del Jónico y donde Bapi, el dueño, te recibia con la mejor de sus sonrisas.
Caminar por el pueblo saludando a derecha e izquierda, un balsamo para el espiritu.
Pero un día llegué y encontré esto:
¿Qué sentido tiene, para un turista, ir a una isla sin playas, con los fondos fangosos y donde para bañarte en el mar hay casi que despeñarse por los riscos?
¿Qué diferencia hay entre estar aquí o en un hotel de las mismas estrellas, pero en Cancún?
Me espanta, porque tengo muy reciente el dolor de ver nuestra propia costa cambiar a velocidad de vértigo y se el final de la película. El propietario que vendió estos terrenos a la constructora creerá que hizo un gran negocio; el tiempo mostrará que fue pésimo; el negocio siempre lo hacen otros.
Hoy Bapi ya no sonrie cuando vas a su taberna. Y la lluvia no es capaz de reparar el paisaje de tantos arboles arrancados. Otro tachón del mapa.
¡Maldito el hormigón! Se extiende, como una epidemia, como un cancer, como una enfermedad terminal que acabara con todo.
18 Replies to “Llenar espacios vacios”
marzo 30, 2011
marzo 30, 2011
marzo 30, 2011
marzo 30, 2011
Los griegos claro que se dan cuenta, no todos desdeluego, pero las malditas agencias de calificación, FMI y demas calaña los tienen atrapados por el pescuezo.
marzo 30, 2011
Besos sin urbanizar
Viriato
marzo 30, 2011
Habría que acabar con todos los que se dedican a la construcción... :)
marzo 30, 2011
Saludos
marzo 30, 2011
marzo 31, 2011
Viriato
Por cierto, yo estuve la primera vez en Meganisi allá por el 2004 y no estaba hecho el desastre.
Besitos
marzo 31, 2011
Y lo de la construccion no lo decía por ti, me meto con los que construyen en un sitio como este, habiendo casas abandonadas en el pueblo por reformar.
Esos que ven un terreno vacío, en cualquier parte del mundo y ya estan calculando la edificabilidad permitida. Marina D'orror por ejemplo.
marzo 31, 2011
marzo 31, 2011
Afortunadamente, creo que las cosas en Grecia van despacio; desafortunadamente, este tipo de destrucción, cuando toma carrerilla, no hay quien lo pare.
abril 3, 2011
abril 4, 2011
abril 4, 2011
Saludos!!
abril 4, 2011
abril 9, 2011
se le ocurre que, para encajar en una de las tribus "urbanas", tiene que empezar a rapar o a hacer cortes transversales...
Un bico
abril 9, 2011