Post publicado en nuestro blog Navegando por Grecia.
Esta vez no quiero que mi viaje sea largo, ni que sean muchos los amaneceres, ni recalar en puertos que mis ojos ignoraban, ni me voy a hacer más sabia. Esta vez tengo una particular regata con migo misma; para volver desde el Egeo al Jónico y varar el barco.
La persona más querida, ha tenido que salir deprisa de Grecia por motivos de salud. Me ha parecido entretenido, para no comerme mucho el tarro, contar este pequeño y desasosegado viaje en solitario. No es una hazaña, no es la primera vez que navego sin compañía, solo son relatos que a alguien podrían entretener y a mí me ha aliviado y distraído el escribirlos.
Martes día 20:
Hago míos los versos de Sapho:
Y yo duermo aquí, sola y deshabitada.
Y yo duermo aquí, sola y deshabitada.
Así es, soy la única ocupante de La Maga. Estoy en la marina de Faliro, en el Pireo y tengo unas ganas de salir corriendo de aquí tremendas; por no pagar un día más, por llegar a mi destino; por cambiar de aires.
Despedida del personal de la marina; muy cálida. Me han regalado una gran cesta con botellas de Ouzo, Metaxa y cervezas. Ellos también están tristones; cada vez les reducen más los horarios; y los sueldos.
– ¡Περαστικα! ¡ σιδερενιο! (Que todo sea pasajero, fortaleza)
El meteo es de lo peor; una borrasca cruza veloz y trae un frente asociado que pasará esta noche. Lo sensato sería quedarse. Yo no estoy para sensateces así que busco en la carta un lugar cercano donde poder pasar la noche esperando que el viento sople fuerte y role 180 grados al paso del frente.
¡Aquí! ¡Aquí! En Salamina, un sitio protegido de todos los vientos.
¿Se podrá fondear? Es la pregunta de millón de todo navegante solitario. La razón es obvia ya que con solo una persona de dos manos a bordo, lo mas cómodo es dejar caer el ancla; lo más seguro es quedarte a la gira, para que el viento sople de donde le convenga. Lo mejor, lo que deseo: un buen refugio, no muy profundo, de fondo de barro, denso y pegajoso. ¡Hummm!
Y lo encontré. En Salamina. Protegido, poco fondo y el limo más espeso que se pueda encontrar, esperando a mi ancla. El tráfico de mercantes es densísimo en la entrada del canal de la isla. Sorteando mercantes, llegué con los primeros relámpagos. Comenzó a llover.
Que placer ver pasar el mal tiempo desde la ventana de tu camarote en un buen fondeadero mientras el barco da vueltas sobre su ancla.
Otra vez Sapho: mientras el viento golpea, azota las encinas ululando.
Mañana seguiré.
2 Replies to “Navegando por Salamina”
septiembre 24, 2011
Otro besazo
Viriato
septiembre 24, 2011